Clima urbano
Aunque las urbanizaciones no alcanzan el 3% de la superficie terrestre; allí se conglomera más del 50% de la población humana global, que es responsable de la emanación de gases casi en su totalidad. Es por esto que el estudio de las condiciones socio ambientales de las ciudades resulta en uno de los temas centrales de investigación para la consideración del desarrollo ambiental sustentable en la actualidad.
Las modificaciones en el ambiente natural que el ser humano ha generado al construir ciudades, conllevan un impacto en distintos factores del ambiente; incluido entre ellos el clima. Es por esto por lo que, a la modificación del clima de un lugar, dado por la presencia de centros urbanos se lo denomina clima urbano.
El precursor en el estudio del clima particularizado a los espacios urbanos fue Luke Howard; londinense dedicado oficialmente a la química y aficionado a la meteorología, quien desarrolló en 1888 su tratado “El clima de Londres deducido de observaciones meteorológicas"; relacionando la constante presencia de niebla en la ciudad de Londres con la emanación de gases producto de la combustión; comparando así el clima en la ciudad y la campiña inglesa.
Para dimensionar la noción de clima urbano debemos destacar que la instalación de edificaciones e infraestructura de servicios en un espacio específico genera alteraciones en las estructuras y condiciones de absorción del suelo (alterando así también la presencia de flora y fauna) y en los valores y comportamiento de algunos parámetros meteorológicos como la circulación, incidencia y velocidad de los vientos, la humedad relativa y el valor de la temperatura.
Este último parámetro resulta ser de los más significativos; ya que en el análisis del clima urbano se presenta un fenómeno denominado isla de calor. La misma se define como la comparación de la temperatura en la ciudad con aquella de espacios cercanos no urbanos; y actualmente se monitorea tomando información satelital a través de sistemas de teledetección.
La temperatura constituye, como decíamos, el parámetro más alterado por las modificaciones ambientales generadas de la urbanización, y es por esto por lo que se la toma como representativa del clima urbano a partir del concepto de isla de calor. Si observamos los datos arrojados por estaciones automáticas en las ciudades de Esquel y Trevelin; en contraposición a las zonas no urbanas aledañas; podemos notar un primer indicio de este fenómeno.
Mientras que en las zonas urbanas (Esquel y Trevelín) se registraron 0°C; en las zonas no urbanas la temperatura fue menor a los 0°C en el mismo momento y bajo un mismo evento de frío polar persistente.
Al dato de la temperatura lo complementa, en nuestro caso, la manera en que se manifiestan en ocasiones las precipitaciones en momentos en donde los factores meteorológicos no son tan estables, tal es el caso de la incidencia de precipitaciones de nieve en las zonas periféricas de la ciudad, que en el ámbito urbano terminan por presentarse en forma de lluvia.
Aunque en la imagen se evidencia que en las zonas menos pobladas o con menor conglomeración de edificaciones, la temperatura es menor que en las ciudades; la determinación de una isla de calor; incluye el considerar otros aspectos de la zona en cuestión como la geografía particular, los índices de humedad relativa; entre otros.
Particularmente, la orografía de la ciudad de Esquel, por ejemplo, es un factor determinante ya que genera la presencia de nubosidad baja que no permite la circulación natural de aire, lo que produce retención de gases (y por ende de temperatura) en el interior del angosto valle donde se encuentran concentradas las edificaciones y las actividades de la ciudad.
Presencia de un techo de nubosidad estratiforme oculta la ciudad de Esquel, evidenciando una clara inversión térmica en la ciudad. Cortesía fotógrafo de la ciudad de Esquel Juan Balestra.
Aunque no podemos decir a ciencia cierta que estamos frente a una isla de calor; la manera en que un mismo fenómeno se desarrolla en la ciudad y en sus zonas cercanas no urbanas nos hace dirigir la atención a cuáles son las características del clima urbano en esta parte de la cordillera patagónica; y plantea la preocupación acerca de cómo impacta la actividad humana en el medio ambiente local.